20070121

PUERTA ABIERTA

Fue desde que te fuiste que las paredes empezaron a tomar color de incertidumbre. Poco después empezaron a aparecer los pájaros.

Los miro a través de la ventana, corro la cortina sólo un poco haciendo espacio apenas para un ojo. Los bichos están ahí, observándome fijamente con ojos torvos de color indefinible. Un hilo de hielo me baja por la nuca y se desparrama por mi espalda. Paso el día intranquilo, posando mis ojos sobre las paredes que antes tenían un color apastelado.

He abierto la puerta para enfrentar a las alimañas (me sudan las manos), pero no están, se han escondido las malditas. Siempre lo hacen pero sé que están cerca, acechándome y que en cuanto cierre la puerta volverán a tomar sus puestos frente a esta casa que se me ha convertido en caparazón y sin embargo me resulta cada vez más desconocida.

Hoy he decidido dejar la puerta abierta y sentarme en un rincón oscuro de la sala, a esperar. Talvez las pequeñas bestias decidan entrar y así sabré de una vez por todas a qué han venido, porqué me sitian desde hace siglos.

No conozco de pájaros. Quizá sean cuervos y vengan a sacarme los ojos. Me convenzo de que eso fue un lapsus gracioso en medio de la desazón que se me ha vuelto una enfermedad crónica. En todo caso si así fuese no me queda mucho que mirar desde que te fuiste y el color de incertidumbre se adueñó de las paredes y luego poco a poco lo hizo también de la fachada, de la acera, de la calle, de los edificios de enfrente, de las nubes, del horizonte, de los amigos, de mi sonrisa…

Sólo defino con claridad el rectángulo de luz que entra por la puerta y unas pequeñas siluetas que avanzan hacia mí en completo silencio.

20070111

La Merced

Dos agujas beatas y punzantes

se tiñen con sangre de crepúsculo.

Dos sombras de cuchillo le abren

tajos a la ciudad que se marchita.

Yo,

roto como una cortina

vieja con la que han jugado

miles de gatos fogosos.

El sol,

traspasando los agujeros,

hace cabriolas y se va…

es un huésped huidizo.

Vos,

con todos tus ojos encendidos,

recogés mis pedazos

hurgando en los rincones reticentes

para hacer un mapa

que conjure a la oscuridad.