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Hablás y los ecos se convierten en palabras.
Porque son ecos, fantasmas
filológicos que no existen de veras
hasta que decís:
dolor, amor, clamor, verdor, vos.
La palabra es el mito de nuestro siglo.
Viene vestida de sangre y de agua que desvanece.
Se proyecta la palabra en el espacio
y la luna se hace astro, camisa de plata,
recipiente de los sueños perdidos,
el más eco de los ecos.
El eco es la verdad de tu vestido,
vestido de fantasmas.