20080511

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Hablás y los ecos se convierten en palabras.
Porque son ecos, fantasmas
filológicos que no existen de veras
hasta que decís:
dolor, amor, clamor, verdor, vos.
La palabra es el mito de nuestro siglo.
Viene vestida de sangre y de agua que desvanece.
Se proyecta la palabra en el espacio
y la luna se hace astro, camisa de plata,
recipiente de los sueños perdidos,
el más eco de los ecos.
El eco es la verdad de tu vestido,
vestido de fantasmas.

Poderes


En la brisa vuelan vidrios rotos

que me abren tajos en las mejillas.

La tempestad se acerca

con la misma desinencia que la soledad.

Y muerde-muerde con los mismos

dientes de un predador extinto

el monte, las casas viejas, las casas débiles,

los animales presos de los hombres,

los hombres presos del dolor,

los niños presos del destino.

En la torre de cristal,

encima de las nubes,

la tempestad se ve como

un lejano recuerdo del subdesarrollo

que vuela,

vuela con los pájaros y los perros

y se lleva tu sangre lejos.